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18.12.13

La hipocresía del concepto del regalo

Llegaron las navidades y la gente en lo único que piensa es en lo que van a regalar y lo que recibirán como regalo. Anoche escuché a una persona en la tv decir "asumo que usted no querrá que le regalen una tarjeta prepagada" y pensé "¿qué tienen de malo las tarjetas prepagadas?" Y ahí comenzó esta larga reflexión sobre el concepto de regalo. Desde que llegué a mi adultez (si es que llegué) en lo menos que he conseguido pensar es en los regalos que haré o me harán. Normalmente, no espero ningún regalo, y yo cuando los doy es porque los siento. No dejo que el calendario rija el momento en el que voy a darle algo a alguien porque lo siento de corazón.

Incluso, llevo años que a mi familia no le hago regalos en fechas específicas. Si voy a algún templo del consumerismo (de esos a los que le he tomado odio) y veo algo que sé que apreciarán, valorarán y les resulta necesario, no pienso dos veces en hacer la inversión. Naturalmente, llevo todos estos días escuchando gente decir "no sé que voy a regalar" y yo nunca consigo entender porqué se presionan tanto. Esto no tan solo sucede en las navidades, sucede también durante todo el año. Leo tantos status y tuits que hablan sobre "si me hacen ese regalo, es porque no sirven" "deberían esforzarse por hacer un mejor regalo" y eso me lleva a preguntarme: ¿por qué tanta exigencia por un regalo? 

A fin de cuentas, un regalo es eso, no es una exigencia. La persona regala porque lo siente de corazón, y a fin de cuentas, ¿nadie se pone a pensar en los sacrificios que tiene que hacer esa persona por un regalo que "no sirve"? A lo mejor esa persona tuvo que dejar de pagar algo para poder conseguir pagar por un detalle. Esa persona tomó de su tiempo para pensar en ti y darte un detalle especial, que con tus exigencias, probablemente estás dejando saber que no mereces.

En mi caso, yo estas navidades como en mi cumpleaños y cualquier otra fecha importante, no espero nada. Si alguien me hiciera un regalo, estaré sumamente agradecida de que esa persona haya pensado en mí, sea cual sea el regalo (la única excepción sería un disco de Arjona o de Marc Anthony.) No pensaré en el valor monetario de ese regalo, sino en lo bien que me sienta a través de ese presente, ya sea una experiencia o un objeto. Yo, por mi situación económica, no puedo regalar otra cosa que letras y coquito. Probablemente, para alguien que espera un Pandora o una comida en un restaurante lujoso, eso no sirva para nada. Sin embargo, todo regalo que yo hago lo hago con todo mi corazón y ya les dije, no acostumbro en regalar en fechas. Si tomé el tiempo y el esfuerzo de hacerte un regalo, significa que eres un ser que estás en mi pensamiento y eres una persona que valoro. Probablemente, lo mismo suceda con tu familiar, amigo, pareja que optó por regalarte un día entre las montañas o esa "tarjeta prepagada" que te parece tan tediosa en vez de aquella prenda que morías por tener o un electrónico.

16.12.13

A falta de regalo para mi mejor amigo... le regalo esto

Últimamente me he caracterizado por escribir cosas que aluden directamente a mis sentimientos y no tanto al habitual sarcasmo que profeso. Hoy escribo porque como no tengo una cantidad de dinero lo suficientemente decente para comprar un buen regalo y hasta esta entonces, lo único que se me ha ocurrido es regalarle mis letras y el coquito navideño que hago a mi mejor amigo. Además, creo que es un compromiso hablar maravillas de él, porque es más lo que peleamos públicamente por ser diametralmente opuestos en muchos aspectos, aunque en las cosas básicas creo que coincidimos bastante. Christian, el amigo que llegó a mi vida del modo, no diría menos común porque hacer amistades en un ambiente de trabajo creo que es natural, pero sí irrumpió en mi vida desde el primer momento y hasta entonces ha sido una de las personas claves que oigo cada vez que tengo un invento. Es el amigo que más he dividido y le he complicado la mente por mis jodidas posturas, por mi habitual pesimismo y por otras pasiones de las que ya ni vale la pena hablar. La distancia física nunca ha sido un impedimento, y pues, a pesar de ello siempre hemos estado el uno para el otro. Mucho más allá de lo que le pueda molestar mi radicalismo o mi excesiva nube negra, a la larga, como el positivista (no sé si a nivel científico del término) que es termina por comprenderme e ignorar mis rabietas para hacerme ver que entre los tonos de grises en los que veo la vida, hay un crisol lleno de colores.

Por esas y por muchas otras cosas más, hoy no me queda más que decirte que espero que estos 25 años que llegan hoy a tu vida sean los más provechosos de toda tu vida (aunque ya nos consta que todo pinta bien.) Espero que todos los proyectos que tienes en tu futuro inmediato salgan tal y cuál parece que serán. Me consta que tienes una gran mujer a tu lado y una familia maravillosa que en ningún momento te han dejado de apoyar. Además, y no menos importante, tienes grandes amigos que siempre estaremos para ti, aún cuando no tengamos mucho que ofrecer, como me sucede a mí en este instante. Todas las experiencias que he vivido contigo en estos casi 5 años que te conozco han sido de las mejores de mi vida y a pesar de mi poca fe, estoy sumamente agradecida de que en mi vida exista un amigo como tú. Feliz día, y ojalá y que este año nos traiga muchos momentos que compartir juntos, momentos que sobre todo, serán de los más maravillosos de tu vida. Gracias por ser mi amigo, carajo.

Ay siiii, que te quiero con todo este corazón medio podrío...

Chris y yo... en el año de las guacaras

3.12.13

De forma redonda... a intentar convertirme en un reloj de arena

Otra vez vuelvo a molestarlos con asuntos de gran peso, como el mío. No sé si he llegado al punto en que mi cuerpo no aguanta más o si ya a mis ojos no les gusta nada lo que ven frente al espejo sin ropa o con ella. Creo que quizás me harté del friendzone, al que tomando en cuenta cuán visual es el sexo masculino (claro, no tienen ningún otro sentido muy agudizado excepto ese), es muy posible que mi redondez haya contribuído a que sucediera muchas veces. Decidí hace dos días que quiero convertirme de ballena a sirena, aunque dudo que deje de ser del todo ballena. Las sirenas se vuelven burbujas como le paso a la de Anderssen y las ballenas son fuertes e inteligentes. Por eso lo de sirena debe ser solo en sentido figurado.

Tengo varias motivaciones reales (no esa del friendzone) que me hacen tomar este paso. Una de ellas lo es el traje negro que me mira todos los días y me susurra al oído "sabes que iré contigo a la boda de Christian, gorda cabrona" y el traje de baño verde que traje de Suecia. Confieso que evito ir a la playa para enseñar mi cuerpo. Cuando pueda lucir eso, diré "puñeta por fin".  La otra gran motivación es que ya que tomé la decisión de ir a Corea, hay ciertas cosas de las que debo estar consciente. Corea del Sur es un país con unos cánones con respecto a la belleza bastante estrictos y raros para los occidentales. Debido a su dieta y actividad física, debe ser muy poca la obesidad que existe allá. No debo llegar a un lugar nuevo, en el que ya soy un ente raro, siendo un ente más raro aún. Creo que la mejor manera de lograr esto es intentando quitarme un gran peso de mi cuerpo. Por más que consiga rebajar dentro de la cultura coreana tendré demasiadas "curvas". Esta debería ser mi primera motivación todo momento.

Como les dije anteriormente, he fracasado en todas mis dietas por falta de consistencia. He hecho una reflexión sobre mi vida, y dos de las cosas que más he querido hacer sin resultado positivo quizás sean perder peso y escribir un libro. En el momento en el que estoy a punto de terminar mi primer libro, tiene que ser la mejor ocasión para consegur ambas a la vez. Dos cosas por las que he procrastinado y han habido momentos en los que creo que no es posible, ¿qué dos cosas podían tener tanto en común en mi vida que esas? Creo que por eso debería llevarlas a cabo a la par.

He decidido que documentaré mi proceso de perder peso como he ido documentando mi antología. No quiero terminar escribiendo un libro de autoayuda para bajar peso. Creo que es bastante obvia mi opinión en general sobre los libros de autoayuda. Quiero convertir mi experiencia en literatura. No quiero hacer el aburrido "Bajé 3 libras. Corrí 4 millas. Vamos que tú también puedes." No, lo que quiero hacer es esto que acabo de demostrarles en este post. Comparar esto con la Sirenita de Anderssen, o con la forma en la que está escrita Rayuela, porque no hay una manera totalmente ortodoxa para bajar de peso, sino pasos básicos que se toman del modo que más le convengan a quien lo intenta. Esto es lo que intentaré brindarles en mi diario, más que  un resumen del workout en el gimnasio, un cuento de mi batalla campal con los gigantes, que resultaron ser simples molinos. 

Espero que esto le tenga algo de sentido a algún lector, a mí, como escritora que tiene que hacer dos cosas en su vida y que descubrió que lo mejor que debe hacer es complementarlas, creo que me resultará.

19.11.13

Paja mental #49: El ex-menudo del que me enamoré


En uno de esos desvaríos en los que me pongo a pensar en detalles intrascendentes de mi vida, se me ocurrió pensar en algo que me gustara desde niña. Por mi mente pasó dedicarle estas letras a Pacheco, que tantas alegrías le trajo a mi generación con su “cámara, por favor” y su “ayuda celestial.” Se me ocurrió que tal vez la Srta. Jimena y sus estudiantes en “Carrusel podrían ser los indicados, pero tampoco.

Nací en el ‘89, el mismo año en que el infame muro de Berlín cayó, pero ese es un evento que no compuso nada en mi vida porque yo no lo recuerdo. Después de mucho pensar en mis amores de la infancia, como Yuri, Pandora, Ricky Martin y hasta Barney, recordé que hay un amor que he tenido desde niña hasta hoy: Johnny Lozada.

Cuando yo nací, Menudo todavía estaba ahí, Johnny Lozada no. Nunca vi a Johnny Lozada hasta un día en que estando en mi corral apareció en la televisión cantando con Proyecto M: Si no estás conmigo presiento, que será mi vida un infierno… Mi cuerpo aún no estaba consciente de fluidos vaginales ni de atracciones hacia el sexo opuesto, pero sí sabía que algo no actuaba de manera normal cuando Johnny Lozada aparecía en la TV. No volví a ver a Johnny desde mi corral.

En el año 1998, cuando yo aún no cumplía los 9 años, los ex-menudos se reunieron en su consabido Reencuentro y así fue como, semi conscientemente, conocí y me enamoré de Johnny Lozada. La realidad es que todavía a esa edad no sabía con toda precisión que era posible sentir atracción por hombres que me doblaban la edad, pero aún así sabía que me atraía el ex-menudo.

Todo quedó confirmado el día en que Johnny lanzó su calendario. Los 90 fueron los años de oro de los calendarios eróticos de modelos. Taína, Maripily, Mara la de Big Boy, hasta las voleibolistas se desnudaron, plasmando su cuerpo en alguna pose representativa para ese mes. Johnny fue uno de los pioneros en desnudarse, mas o menos al mismo tiempo que Julian Gil y sus agendas. Ese fue el momento en que me enfrenté a pensamientos libidinosos por primera vez en la vida. Siempre quise tener ese calendario pegado a mi pared pero, ¿qué adulto hubiese sido capaz de complacerme ese capricho? Nunca se lo dije a nadie.

En el 2001, como todas mis compañeras del 6-2 de Inmaculada, no me perdía la novela Amigas y Rivales. Ellas la veían porque querían ser como las nenas fresas que salían en la novela, yo la veía por Johnny. Lo mismo hice con Cómplices al Rescate. Honestamente, poco me importó que cambiaran a Belinda por Daniela Luján, pero si me daba cuenta cuando pasaban más de dos capítulos y Johnny no salía.

Pasaron algunos años hasta que hubo otro concierto de El Reencuentro. Confieso que moría un poco en el Clemente cada vez que Johnny bailaba al ritmo de “Y mi banda toca rock”. Zahíra, que estaba al lado mío me decía “Estás bien loca.” La última vez que vi al Reencuentro en concierto fue en el 2010, justo dos meses antes de irme a vivir a Miami por un año. Otra vez Zahíra, que estaba de nuevo a mi lado, volvió a decirme cada vez que hablaba de Johnny que yo estaba loca. La loca es ella que para poder chismear un rato tengo que visitarla a la Biblioteca de Derecho mientras se esconde detrás de un mamotreto de Derecho Constitucional.

Hasta donde sabía, Johnny Lozada vivía en Miami. Lo primero que eché en mi maleta cuando iba para allá eran los deseos de verlo algún día. Una vez en la ciudad, cada vez que me montaba en una guagua y me dirigía hacia cualquier punto de la ciudad lo primero que pensaba al poner mis nalgas en el asiento era: “¿será que hoy es el día en que voy a ver a Johnny?” Por eso, convertí en ritual el ver todos los domingos el programa de Univision donde el aparecía, a pesar de mi apatía por ese canal. Mi amiga Lorena, que tiene una historia similar a la mía con Johnny desde la infancia, insistía en torturarme en mi exilio colocando en las redes sociales una foto que se había tomado con él. La muy infeliz me decía con esa voz de borrachona risueña que pone a veces “cabrona le agarré una nalga.” Maldita puta.

Mientras tanto, me atrevo apostar que 23 años después de aquel momento en el corral, nunca he tenido cerca a Johnny Lozada. Todavía soy la fanática que se emociona cuando él responde mis tuits, tal como hizo el día de mi cumpleaños felicitándome. Como nunca tuve de frente al amor de mi niñez precoz, me he tenido que consolar con verlo participar todas las semanas en un concurso de baile de dudosa reputación donde una mexicana de tetas plásticas está tan obsesionada por él como yo. Solo que ella sí lo ha tenido de frente, pero vive amargada porque él nunca se lo metió. A diferencia de ella, yo me conformo con tenerlo cerca, aunque mi reacción sea quedarme en total mudez, paralizada, temblorosa y tan si quiera pueda abrazarlo.

Yo tan solo soy una fanática enamorada de aquel nene que le cantaba a Clara, quien lo observaba desde su balcón. Sé que nunca me van a cantar como a Clara, apenas sé si llegue a tener de frente a ese chico alguna vez. Lo único que sé con certeza es que si algún día, Johnny llegara a leer esta crónica tonta que le dediqué por ser una de las cosas más consistentes de mi vida, ese será uno de los días más felices de aquella niña en el corral, que un día lo vio y hasta el sol de hoy.

30.10.13

Desearía

Mañana es otro día de esos prestablecidos. Es el día en que si decides seguir siendo tú, eres quien está mal. Sin embargo, yo nada quisiera más que tú sigas siendo tú y que me aceptaras esta invitación que te hago, siendo yo. Desearía que olvidaramos las ataduras del día y creemos nuestro propio espacio. Que hablemos de la vida, que escojamos a qué lugar ir sin importar cuantas brujas y fantasmas aparezcan en nuestro camino. Comer dulces, tomar café o cerveza, hacer de nuestro mundo y nuestro día uno más dulce: eso es todo lo que soy capaz de ofrecerte.

Pero muy probablemente, yo no sea lo que desees. En el fondo prefieres a la que se disfrazó de bruja que a mí, que con lo que cuesta ser yo una bruja se queda a mitad. A pesar de ser esta bruja natural, te ofrezco pasarla sensacional.

Queda de ti como tomes esto.

17.10.13

Teoría de la identidad santurcina en mi vida

En los 24 años de vida por lo menos 23 los he vivido en el espacio de Santurce, específicamente en Barrio Obrero. Vivo justo en el medio de la numerosa comunidad dominicana, razón por la que he sido motivo de burla, rechazo, me han discriminado y hasta cierto punto, he discriminado. Por 12 años no negaba tan solo el hecho de ser santurcina, sino también de ser sanjuanera ya que me costaba reconocer que cierto individuo era el alcalde de esta ciudad. En lugar, decía que era carolinense y eso no estaba tan lejos de la realidad. Estudié toda mi escuela superior en Carolina y fue el lugar donde jugué el deporte de mis mil amores: el voleibol.

Después de tantos años en mi vida, creo que he encontrado sentido a lo que es ser santurcina. Es por ello que me he dado a la tarea de desarrollar mi propia teoría de la identidad santurcina y hasta explicar el juego mental que me ha llevado a descubrirla. 

Hace 5 años, si me preguntabas no conseguía profesar ningún amor hacia ningún lugar particularmente. Bueno, a lo mejor te diría Plaza Las Americas porque era una persona que estaba solo enfocada en la ropa, las prendas y el maquillaje que se ponía. No me importaba gastar $100 en un vestido que me gustara si me gustaba de verdad. Aquella Brenda probablemente no tendría los elementos ni lingüísticos ni de vida suficiente para encontrarle sentido a otra cosa en la vida que no fuese ser un "Mallrat" y una de esas muchachas que conoces y sabes que llora cuando se le rompe una uña. Yo comencé a entender que era Santurce poco antes de irme por un año.

Yo recuerdo el Santurce de antaño. Aquella Ponce de León, imponente en cualquiera de las paradas donde te encontrases. Mi madre me llevaba, yo en coche de bebé, casi todas las semanas. Recuerdo la majestuosidad de González Padín, aquella tienda donde me compraron mi primer uniforme escolar hace 20 años. Si caminabas hasta la parada 18, encontrabas a Woolworth. Mi madre decía que esa fue la primera tienda en Puerto Rico con escaleras eléctricas y yo me recuerdo subiéndolas y bajándolas. Poco más adelante, en dirección a la emblemática Parada 15 estaban La Giralda y la New York Department Store. Ambas eran gigantescas, y sobre todo recuerdo la maquina de Coca Cola de pote cristal que había en La Giralda. Cerca de esa área también se encontraba GeeTees Toys, que en aquella época, era la más importante para mí por ser una juguetería. Nunca voy a olvidar que fue justo ahí donde me compraron los juguetes más emblemáticos de mi infancia y de los primeros que tengo conciencia: una Xuxinha y el micrófono de  Xuxa. Esa muñeca de Xuxa es tan importante para mí que hace unos días estaba en un vintage sale en los pasillos de Plaza, la volví a ver y la tuve que comprar.

Mientras fui creciendo, ese Santurce que conocí en coche iba desapareciendo poco a poco. Diría que la década de los '00 fue una oscura para el sector aunque siempre hubo algunos espacios que se mantuvieron con vida, como la Placita del  Mercado, el chinchorro en turno durante la década gracias a Doña Sila, o el Santurce gay, que desde que tengo uso de razón ahí estaba el Tía María y Eros. Poco hubo más allá de eso.

Hoy Santurce es mucho más que eso. Santurce es ley. Santurce es Miramar. Santurce es Ciudadela. Santurce sigue siendo la misma 15. Santurce es de los dominicanos. Santurce es la Placita. Santurce es Hipster. Gústele a quien le guste y duélale a quien le duela, el espacio alternativo es quien le ha dado esa segunda vida a ese Santurce que yo conocí de toddler. Santurce renació, el santurcino ahora tiene espacios, quizás los mismos, quizás alternos para manifestarse. Yo he reencontrado todo aquello que fui en el Santurce de hoy. Entre la librería y Nellylandia, me he vuelto a sentir santurcina, aunque una parte de mí siga siendo carolinense. Sé que muchos al igual que yo se han encontrado en este mismo espacio, porque hay espacio para todos. Solo espero que este microespacio en esta jungla de cemento en el área metro siga siendo un lugar de manifestación, tanto artística como entre otras y que mcha gente, pueda encontrarse acá. Yo descubrí que era santurcina y que amaba este espacio después de haberme ido un año a Miami y darme cuenta cuanto me pertenecía.

15.10.13

Paja Mental #48

Que curioso esto de enamorarse de una idea, es un ser de carne y hueso, pero apenas conoces su nombre. Lo observas desde la distancia, sonríes, él ni sabe que existes. Sabes lo que hace, los lugares que frecuenta, sabes que a pesar de que no sabe nada de ti, con lo poco que sabes puedes concluir que tienen mucho en común. Vas a su trabajo, solo a contemplarlo, sin saber bien que hacer. De hecho, ni tan siquiera sabes si tiene pareja. Solo te conformas con observarlo.

Llegas a su trabajo, ese lugar donde sabes que lo vas a encontrar inequivocamente. Te percatas que no está, te relajas. Comienzas a hacer lo tuyo, claro, esa es la ventaja de los cafés. Tomas un café, escuchas la música desde tus audífonos, lees en alguna lengua extranjera mientras escribes en ella. Todo está en una perfecta armonía hasta que lo ves entrar. Tu corazón se agita, tu estómago trabaja de una manera anormal, comienzas a sudar, probablemente, toda tu expresión corporal haya cambiado, no puedes dejar de mirarlo. Lo miras y piensas qué hacer, será que algún día todo dejará de ser solo ese nervio y esa idea. Ves que te mira vagamente y ya no puedes volver a concentrarte.

En la vida solo te ha dicho cosas sumamente casuales como un “hola, ¿que tal?” o un “buenas noches” pero sabes que en el fondo ni tu cara recuerda. Yo me pregunto todas las noches, ¿qué coños hago para que sepa que existo? No me quedó otra opción que escribir estas líneas que, probablemente, nunca las lea.

16.9.13

Estar en forma... redonda

He intentado empezar este post de 10 maneras distintas sin que ninguna suene clichosa.  Decidí abortar la misión: no importa como empiece, siempre será BASTANTE clichoso cuando se trata del asunto que voy a tratar hoy. Normalmente hablo de las cosas que me hacen feliz o de las que me incomodan del exterior, pero pocas veces hablo de las que me incomodan de mí, tanto físicas como internas.  Hoy he decidido hablar de la cosa que más me incomoda de mi interior y de mi exterior, y no sé si por voluntad propia o por la influencia de la sociedad en mi persona: mi gordura.

Probablemente eres de las personas que hace algunos días leyó mi cuento sobre las nalgas (el cual no publicaré por obvias razones) y si sabes de lo que te hablo o no, pues te advierto que esto puede ser tanto el preludio como la secuela de dicho cuento.  Debo empezar por el principio, si es que esto tiene alguno (no estoy del todo segura) pero no estoy segura de en que posición en mi vida va ese cuento del otro día.  A fin de cuentas no importa, esta es mi historia y la empiezo por donde crea más conveniente.

Llevo años oyendo a mi madre decir "fue por culpa de esas pastillas McCoy que te di a los 6 años" o viendo a Juliana Paes o a Bárbara Mori en la televisión mientras me dice "yo pensaba que tu ibas a tener el cuerpo así". Nunca pensé que la más ardiente de mis pasiones tronchara la mayor de las expectativas que mi madre tenía sobre mí. De por sí no recuerdo ningún punto de mi vida en el que hubiese sido delgada para mi edad y mi estatura, pero mi madre siempre insiste en recordármelos todos, como reprochando que no lo sea y que probablemente, nunca lo consiga.  Sí, tomé pastillas, hice ejercicios, he hecho hasta la dieta del toma y dame, pero siempre mi pasión me vence.  Hace unos 3 o 5 años llegué a verme lo más delgada que yo sí he logrado reconocerme, pero a pesar de ello, no conseguía reconocerme porque ahora no estoy tan segura de cuán yo era en ese momento.

Llegué a la parte clichosa del cuento que he intentado skipear desde el inicio de este relato: Yo también fui víctima de bullying en la escuela, hasta el día en que me gradué. Recuerdo que desde sexto grado, entre espejuelos, gordura, braces, actitudes entre otras me gané un sinnúmero de apodos.  Vivía hastiada desde los 11 años de la sociedad en la que vivía.  Curioso que 13 años más tarde aún lo esté y quizás en peor escala.  Aún me pregunto porque no cumplí ninguna de las promesas de suicidio que hice por un largo periodo de tiempo, pero claro, de haberlo hecho no estaría escribiendo esto. Eso hubiera sido un GRAN desperdicio.

El día que "el amor" llegó a mi vida, vino acompañado de esto también debajo de la manga. La frase que más me ha marcado desde que tengo 15 años es "tú serías la mujer de mi vida si rebajaras, vistieras de otra forma, y te arreglaras más". Claro, ahora con la distancia del tiempo puedo concluir "yo NUNCA fui el amor de su vida", pero en aquel momento no conseguía entender eso. A veces vuelvo a esa frase y creo que está más apegada a mí de lo que creo: no soy la mujer de la vida de nadie. No me arreglo, no me da la gana de vestir de otra forma, no rebajo.

Dicen las malas lenguas que vivo la vida detrás de un escudo, quizás sea cierto. Nací en un país, es un nucleo, en un mundo que siempre vio mal que en el Field Day en vez de estar pendiente a lo que sucediera, yo quisiera leer Cien años de soledad. Nací en un país en el cual mucha gente me rechaza porque "me creo que me lo sé todo" y eso viene siendo así desde tiempos inmemorables. Más de la mitad de la gente que me rodea no entienden mis motivaciones, lo que me emociona, lo que me apasiona. ¿Cómo no esconderte detrás de un escudo cuando todo lo que haces y eres es motivo de ataque?

Otras lenguas dicen que tengo un condón magnum size en el corazón.  Solo queda decirles: no es más que la pura verdad. ¿Quien quiere estar expuesto a más cantazos en la vida cuando descubriste que meterte en la vida de los Buendía resulta más apaciguador que hablar con tu vecino? ¿Para que quiero otro amor que me diga que "soy la mujer de su vida pero..."? Hasta ahora, en ninguna página de Rayuela, Oliveira me ha dicho eso, pero creo que eso no les importa.

Volviendo al asunto, sí soy gorda. Sé que la gente más superficial responderá a este asunto con un simple "mija pues rebaja" y probablemente tengan toda la razón del mundo, pero ahora toca darle a la comida, a mi gran pasión, su lugar en este texto.  La comida, si, me ha engordado, me hace daño a la salud pero jamás me ha dañado el alma como me la dañan los que me rodean.  Si hay algo en lo que esta sociedad está totalmente errada, es que nunca ha medido el poder de la palabra. Sé que existe gente que le dicen un "estás gordo" y es suficiente motivación para bajar de peso.  En mi caso, es tan solo el martirio con el que llevo cargando toda mi vida. He sabido estar contenta por muchos otros motivos y que en mi casa solo me digan "¿y cuando es que tu piensas rebajar?" A veces pienso que toda mi vida se reduce tan solo al hecho de que no soy ni consigo ser flaca. No lo consigo porque prefiero el mantecado al maquillaje, los bizcochos a la moda, sentarme a leer a ir al gimnasio. Sí, paso por épocas en que me engaño y engaño al mundo diciendo "fui al gimnasio" "no me comí el postre". Juro que es el momento en el que más vacía y falsa me siento.

8.9.13

Grito desesperado de quien desea realizar un sueño

A quien pudiere interesar (Si es que a alguien pudiere interesar):

 Por medio de esta carta quiero manifestar un sueño, un gran deseo el cual quisiera alcanzar y por el cual busco cualquier tipo de ayuda para alcanzarlo. Mi nombre es Brenda Gisselle Mejia Reyes, tengo 24 años y soy estudiante de Lenguas Modernas y Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico. Por gracia de la vida, soy una persona saludable que lo único que anhela es comerse el mundo y ejercer mi profesión. Soy sumamente agradecida con la vida ya que por medio de mis trabajos como tutora de estudiantes de todos los niveles escolares y distintos tipos de venta de productos (Bake sales, Avon) nunca me ha faltado nada e incluso tuve la oportunidad de realizar uno de mis más grandes sueños: conocer Escandinavia.

En esta ocasión, no intento presentarme como alguien que alardea de lo que la vida le ha dado, ya que esa no es mi intenció. Por la presente, solo quiero mostrar mi intención de trabajar un poco más ya que deseo realizar otro de mis sueños. No estoy buscando que me lo pongan en bandeja de plata, ya que conozco el valor de esforzarse por alcanzar una meta.

Por muchos años dos artistas han inspirado muchas de las cosas que hago: Charly García y Fito Páez.  He seguido sus carreras detalladamente, he hecho de sus canciones himnos y parte de mi filosofía de vida. Ha sido con estas canciones que me he enamorado y he creado vínculos más fuertes con mis amistades al cantarlas a coro en cualquier circunstancia.  Por mucho tiempo he despertado en las mañanas soñando con que finalmente, pude verlos en vivo. Incluso, los he convertido en parte de mis estudios universitarios.  He hecho investigaciones en las cuales Charly y Fito has sido piezas fundamentales (La Nueva Canción Argentina como respuesta a los mecanismos de poder.)  Mi tesina de grado tuvo como uno de sus temas de estudio la obra de Fito Páez (Los Siete Locos y Los Lanzallamas en la música popular argentina.)  Además de esto, tuve la oportunidad de leer la primera novela escrita por Páez, La Puta Diabla, y convertirla en una de mis novelas favoritas.

Hace un año pude realizar este sueño a medias ya que pude ver a Charly García, y confieso que fue uno de los mejores momentos de mi vida.  Todavía me falta realizar la mitad de este sueño: ver a Fito Páez en vivo.  Este sueño ya se hizo imposible de realizar en mi país ya que en Puerto Rico los productores decidieron que traer a Fito en concierto es "muy caro".

La oportunidad de ver a Fito este año es una posibilidad, aunque por lo que estoy generando en mis trabajos, una muy remota.  Fito y Charly se presentarán juntos el próximo 15 de noviembre en Bogotá, Colombia.  Nadie tiene idea de todo lo que sería capaz de dar por estar allí, pero lamentablemente, me falta trabajo y esfuerzo para poder conseguirlo.  Jamás se me ocurriría pedir dinero, pues, como ya dije soy una persona sana que puede realizar cualquier tipo de trabajo con el fin de conseguir mi sueño.  Lo que si pido encarecidamente es que me ayuden proveyéndome cualquier tipo de trabajo, para generar al menos los US$800 que son necesarios para asistir a este evento desde Puerto Rico.  Pueden cooperar también comprando alguno de los productos que vendo, ya que sé que mediante esto puedo acercarme cada vez más a mi meta.

Sé que a muchos les puede parecer absurda mi insistencia para conseguir lograr esto y deben estar pensando "eso lo puedes lograr más adelante" pero en este instante, no estoy segura sobre cuán posible sea eso.  Para el 2014 he decidido apostar por buscar mi porvenir en Corea del Sur, ejerciendo como maestra de inglés y esto me mantendrá al menos un año alejada del continente americano.  Un año es tiempo suficiente para que un sueño se desvanezca de cualquier forma y deje de ser posible.  Es considerando esto que pido que, si pueden, se identifiquen y cooperen de la manera que puedan.  Sé que todos estamos viviendo tiempos muy difíciles, y que lo que pido puede sonar como una frivolidad, pero su colaboración de la forma que sea sé que será bien recompensada tanto por la vida como por mí.

Muchísimas gracias por tomarse el tiempo de leerme.

Queda de ustedes,

Brenda G. Mejía Reyes


29.6.13

Durante el tiempo en el que estuve viajando me pregunté muchas veces si debía sentarme en algún momento en el que no estuviese haciendo nada y escribir sobre lo que veía. Al final, sentía que no iba a poder tener el poder de la memoria, sino el del asombro, que no significa que sea peor o mejor, pero es distinto.  Digamos que hice un acuerdo conmigo misma en el que decidí que escribiría después que regresara a Puerto Rico, con cualquiera que fuese mi impresión pos viaje, y aquí estoy, una semana después de que el Condor 6020 aterrizara en San Juan, y finalmente después de 5 semanas, escuchara aplausos justo en ese momento.

La mayoría de la gente tiende a repudiar esos aplausos que lanzan los boricuas una vez el avión aterriza porque les parece cafre, a mí me parece la más honesta muestra de folclor y de agradecimiento, ¿acaso aplaudirían si al avión le diera con hacer lo que hizo el de Jenny Rivera? Exacto. Es una manera, no tan ortodoxa, de dar las gracias por llegar bien al destino, y extraño como les pueda parecer, extrañé eso en todos los vuelos que estuve en Europa.

Así comencé mis travesía al norte el 16 de mayo de 2013, después de haber llorado casi hasta sangre (parece hipérbole, pero estoy segura que casi) gracias a todos los trabajos finales, y al más estresante pero enriquecedor: mi tesina sobre la vigencia de la obra de Roberto Arlt, que ya abrí el documento hace unos días para emocionarme igual que en el momento que lo leí, justo antes de llevarlo a encuadernar.  Aproximadamente a las 10 de la mañana aquel vuelo de Jet Blue me llevaba a New York, la primera parada clásica de casi todos los vuelos que van a Europa.  Una vez en New York, me tocaba esperar 4 horas por mi vuelo de Icelandair que me sacaría por primera vez en mi vida del triángulo de las Bermudas (consideren que básicamente, no he salido de San Juan, Miami y Nueva York, casi los mismos puntos del triángulo).  ¿Será que siempre esa espera resulta eterna? Claro, era el día en el cual casi corro por todo el terminal 7 buscando donde conectar mi computadora, era la Semifinal 2 de Eurovision y el sábado iba a ver la final en vivo.  No les voy a decir que el internet del aeropuerto me trolleó y casi no pude ver nada, porque haría este cuento más deprimente, pero algo así sucedió.  Esa escala se me hizo media horrorosa, pero al final todo salió bien, a las ocho salimos a Reykjavik y honestamente, pienso que Icelandair es una de las mejores líneas aéreas que hay.  Estaba tan cansada que no pude ver ninguna película pero había de todo para ver, desde Argo hasta Look Whos Talking, así de trip está ese vuelo, pero yo dormí casi las 5 horas que tomó llegar a Islandia. Como cuatro horas más tarde, por fin llegué a mi destino: Copenhague, Dinamarca, la ciudad de la que estoy perdidamente enamorada.

Lo más asombroso que le puede suceder a un ser humano una vez llega a Copenhague es tener que tomar el Oresundtag hasta Malmo, Suecia, justo lo que tuve que hacer.  El Oresund es una maravilla, esa vista y esa sensación de estar en dos países al mismo tiempo que te hace sentir el tren, que una vez sale de Dinamarca comienza a decirte las estaciones en sueco y viceversa.  Tuve la suerte de encontrar una segunda familia maravillosa en Malmo con quienes pasé esos cinco días allá, y naturalmente, tuve la oportunidad de presenciar una final de Eurovision que para colmo, tuvo el resultado que yo quería.



Definitivamente, creo que nunca olvidaré esa noche porque fue una de las mejores de mi vida.  Malmo es una ciudad bonita aunque pequeña, y lo mejor que tiene sigo diciendo que es ese puente maravilloso que la conecta con Copenhague.  Copenhague huele a Hans Christian Andersen por todas partes, hay un aire de historia y arte divino que se respira por cada calle que uno va.



Sin lugar a dudas, estoy convencida que me hubiese gustado estar mucho más tiempo del que estuve en Copenhague, un día no fue suficiente para ver todo lo que me hubiese gustado, pero de algo estoy segura: Copenhague ha sido lo único que me ha inspirado en la vida a querer aprender a correr bicicleta.

Después fui a otro lugar del cual estoy perdidamente enamorada: Estocolmo.  El museo de Abba, la Ciudad Vieja, Drotninggatan, Sodermalm, es una delicia de lugar.  Además, fui al concierto de Bon Jovi en el Estadio Olímpico, ¿que más puedo pedir? Además que siento que Estocolmo tiene mucho en común con Nueva York, oyes casi todos los idiomas si te montas en el metro y puedes encontrar de todo lo que te propongas, honestamente, creo que es uno de los sitios donde me veo en un futuro.



Luego de Estocolmo me tocó Gotenburgo. A mí honestamente me encantó, porque es un paraíso estudiantil, pero estoy segura que es de esos lugares en los que no puedes estar demasiado tiempos porque llega el punto en el que te aburres. Si hay un lugar en el que hice nuevas amistades y me divertí como loca es Gotenburgo. Hasta me disfrute el Gay Pride Parade de la ciudad mientras estuve.



Después pasé una semana en la que estoy casi convencida que es la ciudad más cara del mundo: Oslo, Noruega.  A pesar de sus precios exorbitantes, debe ser uno de los lugares más hermosos del mundo y de esos que se deben visitar al menos una vez en la vida.  Si en un lugar fui feliz andando de museo fue en este.  La emoción más grande que tuve fue visitar el apartamento de Henrik Ibsen, sí, el viejo rabioso que escribió "A Doll's House".  Lo más curioso de estar en ese apartamento, que es justo frente al palacio real de Oslo es que sientes su presencia y hasta comienzas a entender de donde surgió toda su obra con tan solo mirar el entorno.  Creo que esta fue una de las mejores experiencias que tuve en la ciudad.



Después, estuve lo más cercano a Rusia que conseguí estar: Riga, Letonia.  Es una ciudad a la que daría lo que fuera por volver al menos una vez al año. Tiene el ambiente perfecto para unas vacaciones en las que puedes combinar historia, cultura y fiesta.  Los Happy Hours de Riga son eternos, desde las 4pm hasta las 3am puedes estar Bar Hopping por toda la ciudad vieja y siempre encontrarás uno, cervezas por menos de 1 lat ($1.88USD) en todas partes, 2x1 en todas partes, lo que quiere decir que con 4 lats te podías tomar feliz 2 caipirinhas o 2 mojitos en cualquier parte.  La comida también me encantó, el mejor pan con ajo de mi vida me lo comí allá, los pancakes de papa, definitivamente que la gastronomía báltica estuvo un poco mejor que la escandinava.




Yo no sé si tiene algo que ver con el cliché o que yo soy un ser muy extraño qué cosa, pero la realidad es que lo menos que me gusto de todo mi viaje fue Paris y Barcelona, bueno, especialmente Barcelona.  En Paris al menos tenía cosas con las que me identifico: El Louvre, la ruta de Rayuela (¡gracias Instituto Cervantes!), los cementerios que moría por ir a visitar y obvio que Paris Saint Germain.  Básicamente en eso consistieron mis cuatro días en Paris.  Lo menos que me gustó de la ciudad es ese overload de gente en todas partes (sobre todo en las partes turísticas) una vez te sales de ese caos, todo se torna mucho mejor. Además, estuve con mi querida amiga Luisa que me llena siempre con su poesía y todo lo que sabe. Eso hizo mi estadía en Paris una mágica, pero no en el sentido mágico que suelen concebir casi todos los turistas cuando miran la torre.




Y finalmente llegué a Barcelona. Aunque la ciudad no es para nada mi favorita (aunque la comida estuvo super) por lo menos no estuve sola, eso la hizo mucho mejor.

Y después de muchas patatas bravas y cañas, tocó ir a Frankfurt para tomar ese vuelo Condor 6020 que llega directamente a San Juan. ¿Qué aprendí? ¿Qué gané? Creo que todo, hasta de Barcelona con todo y lo ajeno que se me hace Gaudí. Gané muchísimos nuevos amigos alrededor del mundo, experiencias que nadie me va a quitar.  Aprendí que en todas las lenguas escandinavas tack es gracias, aunque no en todas se escribe igual.  Tuve la oportunidad de conocerme mejor y darme cuenta que soy mucho más organizada de lo que creía (vivir en Miami me había dado una leve señal de esto).  Que en Suecia hay más H&M que Systembolaget (la tienda del estado encargada de vender el alcohol) y que Carlos Felipe es el príncipe más bello del mundo.  No hay mejor fast-food de hamburgers en el mundo que Max y su salsa maravillosa para dipiar.  Aprendí cuán útil es ser la políglota donde quiera que vayas, en todas las esquinas te aparece un brasileño, un español o un italiano que no sabe nada de inglés y te conviertes en la salvadora del grupo cuando hay hambre o necesidad.  La verdad, me di cuenta que en algún punto de mi vida, quisiera definitivamente vivir en Copenhague o Estocolmo, y que no debo conformarme con simplemente viajar a aquellos lugares a los cuales no necesito pasaporte.