En los 24 años de vida por lo menos 23 los he vivido en el espacio de Santurce, específicamente en Barrio Obrero. Vivo justo en el medio de la numerosa comunidad dominicana, razón por la que he sido motivo de burla, rechazo, me han discriminado y hasta cierto punto, he discriminado. Por 12 años no negaba tan solo el hecho de ser santurcina, sino también de ser sanjuanera ya que me costaba reconocer que cierto individuo era el alcalde de esta ciudad. En lugar, decía que era carolinense y eso no estaba tan lejos de la realidad. Estudié toda mi escuela superior en Carolina y fue el lugar donde jugué el deporte de mis mil amores: el voleibol.
Después de tantos años en mi vida, creo que he encontrado sentido a lo que es ser santurcina. Es por ello que me he dado a la tarea de desarrollar mi propia teoría de la identidad santurcina y hasta explicar el juego mental que me ha llevado a descubrirla.
Hace 5 años, si me preguntabas no conseguía profesar ningún amor hacia ningún lugar particularmente. Bueno, a lo mejor te diría Plaza Las Americas porque era una persona que estaba solo enfocada en la ropa, las prendas y el maquillaje que se ponía. No me importaba gastar $100 en un vestido que me gustara si me gustaba de verdad. Aquella Brenda probablemente no tendría los elementos ni lingüísticos ni de vida suficiente para encontrarle sentido a otra cosa en la vida que no fuese ser un "Mallrat" y una de esas muchachas que conoces y sabes que llora cuando se le rompe una uña. Yo comencé a entender que era Santurce poco antes de irme por un año.
Yo recuerdo el Santurce de antaño. Aquella Ponce de León, imponente en cualquiera de las paradas donde te encontrases. Mi madre me llevaba, yo en coche de bebé, casi todas las semanas. Recuerdo la majestuosidad de González Padín, aquella tienda donde me compraron mi primer uniforme escolar hace 20 años. Si caminabas hasta la parada 18, encontrabas a Woolworth. Mi madre decía que esa fue la primera tienda en Puerto Rico con escaleras eléctricas y yo me recuerdo subiéndolas y bajándolas. Poco más adelante, en dirección a la emblemática Parada 15 estaban La Giralda y la New York Department Store. Ambas eran gigantescas, y sobre todo recuerdo la maquina de Coca Cola de pote cristal que había en La Giralda. Cerca de esa área también se encontraba GeeTees Toys, que en aquella época, era la más importante para mí por ser una juguetería. Nunca voy a olvidar que fue justo ahí donde me compraron los juguetes más emblemáticos de mi infancia y de los primeros que tengo conciencia: una Xuxinha y el micrófono de Xuxa. Esa muñeca de Xuxa es tan importante para mí que hace unos días estaba en un vintage sale en los pasillos de Plaza, la volví a ver y la tuve que comprar.
Mientras fui creciendo, ese Santurce que conocí en coche iba desapareciendo poco a poco. Diría que la década de los '00 fue una oscura para el sector aunque siempre hubo algunos espacios que se mantuvieron con vida, como la Placita del Mercado, el chinchorro en turno durante la década gracias a Doña Sila, o el Santurce gay, que desde que tengo uso de razón ahí estaba el Tía María y Eros. Poco hubo más allá de eso.
Hoy Santurce es mucho más que eso. Santurce es ley. Santurce es Miramar. Santurce es Ciudadela. Santurce sigue siendo la misma 15. Santurce es de los dominicanos. Santurce es la Placita. Santurce es Hipster. Gústele a quien le guste y duélale a quien le duela, el espacio alternativo es quien le ha dado esa segunda vida a ese Santurce que yo conocí de toddler. Santurce renació, el santurcino ahora tiene espacios, quizás los mismos, quizás alternos para manifestarse. Yo he reencontrado todo aquello que fui en el Santurce de hoy. Entre la librería y Nellylandia, me he vuelto a sentir santurcina, aunque una parte de mí siga siendo carolinense. Sé que muchos al igual que yo se han encontrado en este mismo espacio, porque hay espacio para todos. Solo espero que este microespacio en esta jungla de cemento en el área metro siga siendo un lugar de manifestación, tanto artística como entre otras y que mcha gente, pueda encontrarse acá. Yo descubrí que era santurcina y que amaba este espacio después de haberme ido un año a Miami y darme cuenta cuanto me pertenecía.